Cada año, el arribo de las ballenas francas a la Península Valdés es la señal para que miles de turistas acudan a extasiarse con el espectáculo que brindan estos gigantes marinos.
La especie, que un siglo atrás fue llevada al borde de la extinción, se encuentra protegida en aguas territoriales de nuestro país, que la declaró Monumento Natural Nacional en 1984
Ficha Técnica
Nombre científico: Eubalaena australis.
Referencias: su tamaño ronda entre los 14 y los 17 metros.
Las hembras son más grandes que los machos.
Su peso llega a las 60 toneladas (casi como 10 elefantes).
Las crías nacen en invierno tras 12 meses de gestación.
El periodo de lactancia dura un año, aunque el ballenato permanece 2 o 3 más junto a su madre.
Dónde encontrarla
Vive en el sector austral de los océanos Atlántico, Pacífico e Indico.
Entre junio y noviembre alrededor de 600 ejemplares llegan a la Península Valdés para reproducirse.
Si usted tiene la posibilidad de acceder a península Valdés en temporada de ballenas, tenga en cuenta que ellas llegan para reproducirse.
Evitar cualquier alteración que las perjudique es una forma de contribuir con su conservación.
Características generales
Varias características convertían a estas ballenas en blanco predilecto de los arpones.
Es un animal lento, flota al morir (a diferencia del resto de las ballenas, que se hunden) y cada individuo rendía unos 40 barriles de aceite (alrededor de 7.200 litros).
Estas razones le valieron el nombre inglés de “right whale”, la ballena correcta, “francamente” ideal para cazar.
Se caracteriza por poseer manchas ventrales y callosidades, engrosamientos de la piel cubiertos por pequeños crustáceos blanquecinos, conocidos como “piojos de las ballenas”.
La distribución, tamaño y forma de estos callos son particulares para cada ejemplar, por lo que sirven para identificarlos. En su enorme boca curva se ubican alrededor de 220 a 260 “ballenas”, placas o “barbas” córneas, de hasta 2,5 m de largo.
Colgando de la mandíbula superior constituyen el “colador” para retener las toneladas de krill que forman su alimento.
Con sus extremidades anteriores convertidas en aletas, su gruesa capa de grasa y su capacidad para bucear, algunas a grandes profundidades, las ballenas son mamíferos que evolucionaron adaptándose a la vida en el mar.
Su cabeza ocupa alrededor de un 30 por ciento del animal y posee espiráculos, orificos respiratorios por los que expulsa aire que se condensa formando una V.
(c) Luis Burgueño
De las especies actuales de ballenas, la franca es la que más cerca de la extinción ha llegado.
Tras haber casi exterminado, durante los siglos XVIII y XIX, a las poblaciones de la ballena franca septentrional (especie afín del Hemisferio Norte) las flotas balleneras se dirigieron hacia los mares australes, dedicándose a cazar a la ballena franca austral.
Se calcula que al inicio de la matanza vivían unos 100 mil ejemplares, número que se redujo drásticamente, al punto que en la actualidad se estima en unos 7 mil ejemplares.
El hecho de que las hembras tienen una cría cada tres años, explica en parte, la lenta recuperación de sus poblaciones.
Hoy existen otras amenazas para esta especie: la contaminación en los mares y océanos y las infracciones que puedan cometer las embarcaciones que se dedican a la práctica turística del avistaje de ballenas.
Para protegerla de su extinción, nuestro país la declaró Monumento Natural Nacional en 1984.
Además de su protección a nivel nacional, la ballena franca austral está protegida a nivel mundial por la Comisión Ballenera Internacional – que prohibe su caza – y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna (CITES), que prohibe toda acción de comercio internacional de sus productos, al haberla incluido en su Apéndice I.
También se encuentra protegida por la Convención de Bonn sobre Especies Migratorias de Animales Silvestres.
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