domingo, 7 de mayo de 2017
lunes, 6 de marzo de 2017
Conciencia natural
Laguna Redonda, Villa Pehuenia.
Foto: gentileza investigadora.
Trabajar con las comunidades originarias brinda elementos que pueden resultar esenciales para la conservación del medio ambiente.
A veces un saber determinado no es completo sino es interpelado por diferentes personas.
Es decir, se completa cuando se incorporan nuevas voces. Juana Aigo, investigadora del CONICET, entrevistó a pobladores de tres comunidades mapuches (Puel, Raquithué y Lafquenche) que habitan los alrededores de los lagos Aluminé, Huechulafquen y Paimún, provincia del Neuquén, para registrar cómo los conocimientos tradicionales que tienen sobre los recursos acuáticos permiten pensar alternativas de desarrollo, y tomar decisiones de conservación y manejo sustentable de los recursos naturales.
Para las comunidades Mapuche cordilleranas del oeste de esa provincia, los cuerpos de agua son considerados entidades vivas merecedoras de respeto.
“Es por eso que desde la cosmovisión de muchos pueblos originarios, la naturaleza es parte constituyente de un continuo en el que humanos y no humanos se relacionan como piezas iguales dentro de un mismo universo”, explica Aigo, investigadora asistente del Grupo de Etnobiología e Instituto de Diversidad y Evolución Austral, (IDEAus–CONICET).
“Desde el razonamiento antropocéntrico occidental muchas veces suponemos que la naturaleza se encuentra a nuestra disposición.
Desde la visión biocéntrica de los pueblos originarios, esta relación no es jerárquica sino horizontal y armónica.
Todos los elementos de la naturaleza se encuentran en un mismo nivel: personas, flora, fauna o cualquier otro componente del ambiente, y las acciones que una persona realiza tiene una consecuencia para otro componente.
Por ejemplo para extraer cualquiera de los elementos que componen los lagos y ríos, las comunidades parten del permiso y reciprocidad con el ambiente”, explica la investigadora.
Investigadores en la Laguna Pichún,Villa Pehuenia.
Foto: gentileza
La científica se acercó a la comunidad Puel vinculada a un proyecto interdisciplinario de extensión de la Universidad Nacional del Comahue, Centro Regional Bariloche, que se inició a partir de un pedido de asesoramiento técnico que realizaron los mismos pobladores para estudiar las lagunas que se encuentran en los alrededores de su territorio, con el objetivo de encontrar estrategias económicas alternativas a la cría del ganado.
“La importancia de este trabajo realizado además junto a Ana Ladio, investigadora independiente del CONICET y Directora el Grupo de Etnobiología de la Patagonia, es que recopila datos empíricos sobre la visión que tienen estas comunidades sobre los cuerpos de agua y los seres que los habitan.
Se busca que esta información sirva como herramienta para que a la hora de conservar o manejar determinado recurso, puedan ser considerados estos puntos de vista y se invite o incluya a las comunidades a participar del proceso de toma de decisión, favoreciendo de esta manera la conservación biocultural” asegura.
Estas comunidades Mapuche de la provincia del Neuquén actualmente administran en parte y según sus propios criterios distintas actividades o emprendimientos vinculados al sector turístico, como algunos campings y un centro de esquí en el caso de la comunidad Puel.
De la información recolectada para el trabajo, son varios los aspectos que llamaron la atención de la científica.
“Es sumamente interesante el conocimiento local sobre las especies de peces y el impacto que algunas pueden tener para el ambiente.
Los conocimientos en las comunidades estudiadas incluyen saberes y prácticas que han sido moldeadas a través de la historia y con una fuerte impronta simbólica.
Esto se vio reflejado en los relatos de los pobladores por ejemplo respecto al conocimiento de las truchas, que son animales que fueron introducidos y su percepción como especies que invaden y matan a otros peces de los ambientes acuáticos.
Una pobladora en su relato nos transmitía que su abuela contaba ‘que de pronto aparecieron en el río esos peces grandes, cabezones, que no había visto antes, ya anduviera cerca el winka’ (hombre blanco)”, destaca la investigadora.
Para Aigo las creencias propias que conforman la cosmovisión Mapuche se van transformando y adaptando a los cambios y al impacto ambiental y social que ha sufrido Patagonia a lo largo del tiempo.
“Este conocimiento tradicional es dinámico y todo el tiempo se va resignificando. Por eso es importante destacar como estas creencias luego se traducen en normas que regulan el comportamiento social sobre estos ambientes favoreciendo su conservación.
Por ejemplo si se realiza cualquier tipo de extracción de un recurso que sea solo lo que uno necesite, porque tomar de más, según la percepción de los pueblos originarios, significa causar daño a la naturaleza”, afirma.
Por Alejandro Cannizzaro
CONICET
miércoles, 22 de febrero de 2017
miércoles, 7 de diciembre de 2016
Distinguen investigación sobre gaviotas amenazadas
Gaviota de Olrog.
Foto: gentileza Germán García.
El proyecto de Garcia, investigador adjunto de CONICET en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMYC, CONICET-UNMdP), se enmarca en una investigación sobre la percepción social de la comunidad de Mar Chiquita acerca de la especie gaviota de Olrog o Cangrejera (Larus atlanticus), una especie endémica de la costa atlántica del sur de Sudamérica, actualmente listada como Cercana a la Amenaza, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), debido a su acotada distribución geográfica y reducido número de individuos reproductores.
A través del Fondo para la Conservación Ambiental (FOCA) se otorgó el premio al proyecto titulado “El rol de las comunidades locales en la conservación de especies amenazadas: la gaviota de Olrog como caso de estudio”.
Desde el 2010, Banco Galicia lleva adelante esta iniciativa, con el objetivo de financiar y divulgar proyectos de investigación aplicada que tengan como objetivo principal la conservación del ambiente, que contribuyan al conocimiento científico y que aporten a la sustentabilidad global.
“Empecé a trabajar con aves desde el 2003 pero comenzamos con esta especie en el 2015.
Esta es una de las pocas especies de láridos que tiene problemas de conservación y nuestro objetivo inicial fue estudiar su comportamiento enfocados en su preservación”, manifiesta García.
Esta especie es endémica del sur de Sudamérica y se estima que la población mundial ronda entre los 15 mil individuos.
En Mar Chiquita, el máximo que se logró censar este año fueron 110 individuos.
El espacio geográfico de la Reserva Mar Chiquita es uno de los sitios elegidos por esta especie para la realización de su invernada.
Actualmente, la interacción que existe entre la especie y las prácticas de los pescadores de la zona ha generado muchas veces la mutilación e incluso la muerte de algunos de los individuos.
Esto es causado por los residuos y descartes que los pescadores utilizan frecuentemente y arrojan al medioambiente, y donde las gaviotas van a alimentarse.
Germán García.
Foto: CCT Mar del Plata.
“Lo que buscamos es un estudio de percepción social porque queremos ver cómo la comunidad percibe la especie, si la conoce o no, ver cómo es la convivencia.
Y el objetivo final es disponer unos colectores de descarte, que serían unos cestos especiales para que los pescadores arrojen ahí sus materiales de descarte.
Esto implica un compromiso de toda la comunidad y previamente un trabajo de concientización y sensibilización con murales, folletería y otras acciones interdisciplinarias”, relata García.
“Estamos estudiando cuán flexible es su comportamiento en cuanto a diferentes cuestiones, principalmente respecto a su alimentación.
Es una especie que consume básicamente cangrejos, pero en la zona de Mar Chiquita notamos que además consume restos de pescados.
Y allí es donde radica el problema en el cual centramos nuestra investigación para el proyecto del Banco Galicia”, agrega.
Se realizaron capturas de individuos con anillamiento y clasificación por sexo para luego hacer estaciones de cebada donde las aves van a alimentarse y se realizan experimentos para observar su adaptabilidad a diferentes situaciones relacionadas con su alimentación.
“Comenzamos a notar que en la captura de algunos individuos estaban lastimados o tenían restos de líneas de pesca, o tenían patas amputadas.
Ese dato no es menor porque el macho no puede ‘pisar’ a la hembra para la reproducción y allí hay una merma en el posible crecimiento y supervivencia de la especie”
“Este premio significa un reconocimiento al esfuerzo de todo un equipo de trabajo y nos brinda la posibilidad de hacer algo que realmente queríamos.
Nos ayuda, nos motiva y nos permite generar algo concreto en la comunidad”, concluye García.
Equipo de investigación:
– Germán García-Investigador adjunto CONICET. IIMYC.
– Anabella Nicolli. Becaria UNMdP.
– Melina Castano. Tesista UNMdP.
– Francisco Zumpano. Tesista UNMdP.
CONICET
viernes, 21 de octubre de 2016
Barañao en Biomarine 2016
Barañao en el Panel de Ministros en la Convención de Negocios BioMarine realizada en Oslo, los días 19, 20 y 21 de octubre.
El titular de la cartera de Ciencia fue uno de los oradores en la convención de negocios que promueve cadenas de valor sustentables a partir de los recursos del mar.
En el marco de su gira por Europa, el ministro Lino Barañao participó de Biomarine 2016 realizada en Oslo, Noruega.
El evento dio cita a empresarios, científicos y funcionarios de diversos países en torno al concepto de crecimiento circular, una perspectiva de negocios que contempla aspectos sociales y medioambientales, aplicado a la explotación de la acuicultura y la gestión productiva de los ambientes marítimos.
A su turno, Barañao se refirió al proyecto estratégico del Gobierno argentino que impulsa, a través de este ministerio en cooperación con Agroindustria y Producción, la crianza de especies acuáticas en granjas multitróficas integradas.
Asimismo, describió la iniciativa multisectorial Pampa Azul, la cual lleva adelante actividades de investigación, divulgación científica y desarrollo de innovaciones tecnológicas vinculadas al Mar Argentino.
El Panel de Ministros contó además con las ponencias de Jean D’Amour, titular de Asuntos del Mar (Quebec, Canadá); Torbjørn Røe Isaksen, Educación e Investigación (Noruega); y Ana Paula Vitorino, ministra del Mar (Portugal).
El moderador fue Tiago Pitta e Cunha, CEO de la Fundación Océano Azul (Portugal).
Por su parte, el subsecretario de Políticas, Jorge Aguado, expuso algunos de los programas de cooperación e intercambio que Argentina mantiene con otros países en esta materia, dentro de la sesión plenaria Colaboración regional, coorganizada por la Asociación Internacional de Clústeres Biomarinos (BICA, por sus siglas en inglés).
A su vez, la coordinadora del Proyecto de Acuicultura del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Alit Fasce Pollicelli, desde la mesa asociada a dicha plenaria compartió los objetivos y alcances de la experiencia nacional con representantes de Canadá, Australia, Francia, Portugal e Islandia.
Aguado participó de la sesión plenaria Colaboración regional en la Convención de Negocios BioMarine.
Pampa Azul. Se trata de una iniciativa interministerial que desarrolla investigaciones en el Mar Argentino con el propósito de incrementar el conocimiento científico, promover la conservación y el manejo de los recursos.
Además, esta propuesta busca compartir los resultados de las campañas oceanográficas, la difusión de información al público en general y fomentar vocaciones por carreras vinculadas al estudio de los océanos.
Acuicultura.
El respaldo a esta actividad se inscribe dentro de la iniciativa Innovación Colectiva–Ciencia y Tecnología que presentó el presidente Mauricio Macri en septiembre último.
Con el fin de aprovechar el potencial local, se apunta al despliegue tecnológico requerido para cultivar peces, algas, mejillones y ciertas variedades de crustáceos de manera sustentable.
MINCyT
martes, 4 de octubre de 2016
Monumento Natural Ballena Franca Austral
Cada año, el arribo de las ballenas francas a la Península Valdés es la señal para que miles de turistas acudan a extasiarse con el espectáculo que brindan estos gigantes marinos.
La especie, que un siglo atrás fue llevada al borde de la extinción, se encuentra protegida en aguas territoriales de nuestro país, que la declaró Monumento Natural Nacional en 1984
Ficha Técnica
Nombre científico: Eubalaena australis.
Referencias: su tamaño ronda entre los 14 y los 17 metros.
Las hembras son más grandes que los machos.
Su peso llega a las 60 toneladas (casi como 10 elefantes).
Las crías nacen en invierno tras 12 meses de gestación.
El periodo de lactancia dura un año, aunque el ballenato permanece 2 o 3 más junto a su madre.
Dónde encontrarla
Vive en el sector austral de los océanos Atlántico, Pacífico e Indico.
Entre junio y noviembre alrededor de 600 ejemplares llegan a la Península Valdés para reproducirse.
Si usted tiene la posibilidad de acceder a península Valdés en temporada de ballenas, tenga en cuenta que ellas llegan para reproducirse.
Evitar cualquier alteración que las perjudique es una forma de contribuir con su conservación.
Características generales
Varias características convertían a estas ballenas en blanco predilecto de los arpones.
Es un animal lento, flota al morir (a diferencia del resto de las ballenas, que se hunden) y cada individuo rendía unos 40 barriles de aceite (alrededor de 7.200 litros).
Estas razones le valieron el nombre inglés de “right whale”, la ballena correcta, “francamente” ideal para cazar.
Se caracteriza por poseer manchas ventrales y callosidades, engrosamientos de la piel cubiertos por pequeños crustáceos blanquecinos, conocidos como “piojos de las ballenas”.
La distribución, tamaño y forma de estos callos son particulares para cada ejemplar, por lo que sirven para identificarlos. En su enorme boca curva se ubican alrededor de 220 a 260 “ballenas”, placas o “barbas” córneas, de hasta 2,5 m de largo.
Colgando de la mandíbula superior constituyen el “colador” para retener las toneladas de krill que forman su alimento.
Con sus extremidades anteriores convertidas en aletas, su gruesa capa de grasa y su capacidad para bucear, algunas a grandes profundidades, las ballenas son mamíferos que evolucionaron adaptándose a la vida en el mar.
Su cabeza ocupa alrededor de un 30 por ciento del animal y posee espiráculos, orificos respiratorios por los que expulsa aire que se condensa formando una V.
(c) Luis Burgueño
De las especies actuales de ballenas, la franca es la que más cerca de la extinción ha llegado.
Tras haber casi exterminado, durante los siglos XVIII y XIX, a las poblaciones de la ballena franca septentrional (especie afín del Hemisferio Norte) las flotas balleneras se dirigieron hacia los mares australes, dedicándose a cazar a la ballena franca austral.
Se calcula que al inicio de la matanza vivían unos 100 mil ejemplares, número que se redujo drásticamente, al punto que en la actualidad se estima en unos 7 mil ejemplares.
El hecho de que las hembras tienen una cría cada tres años, explica en parte, la lenta recuperación de sus poblaciones.
Hoy existen otras amenazas para esta especie: la contaminación en los mares y océanos y las infracciones que puedan cometer las embarcaciones que se dedican a la práctica turística del avistaje de ballenas.
Para protegerla de su extinción, nuestro país la declaró Monumento Natural Nacional en 1984.
Además de su protección a nivel nacional, la ballena franca austral está protegida a nivel mundial por la Comisión Ballenera Internacional – que prohibe su caza – y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna (CITES), que prohibe toda acción de comercio internacional de sus productos, al haberla incluido en su Apéndice I.
También se encuentra protegida por la Convención de Bonn sobre Especies Migratorias de Animales Silvestres.
parquesnacionales
sábado, 1 de octubre de 2016
Un mar de ciencias
El Día Marítimo Mundial se celebra el jueves de la última semana de septiembre.
Foto: gentileza Diego González Zevallos
Un investigador del CONICET explica la importancia de entender el funcionamiento de uno de los ecosistemas más diversos, dinámicos y complejos del planeta.
Los mares y océanos ocupan el 70 por ciento de la superficie terrestre y su inmensidad, junto con la enorme diversidad de especies que en él habitan y su funcionamiento, han sabido despertar incógnitas desde hace siglos.
Una gran porción del esfuerzo que la comunidad científica realiza apunta a conocerlo de manera integral.
Pedro Barón, investigador independiente del CONICET y director del CCT CENPAT, estudia desde los inicios de la década del ’90 el mar como ecosistema y desde una perspectiva integral.
Comenzó analizando invertebrados marinos de interés pesquero; y luego trabajó en el análisis del impacto de especies invasoras como el cangrejo verde europeo y en temas de oceanografía marina.
“Para conservar el mar primero hay que estudiarlo: el conocimiento permite avanzar hacia un camino que tienda a la protección de los recursos naturales.
En un ambiente como el mar, con diferentes variables físicas que regulan su dinámica y que alberga a miles de especies, un pequeño cambio como la extracción de un recurso de interés pesquero o el aumento de los niveles de contaminación puede tener efectos críticos en el funcionamiento de este sistema complejo”, asegura el científico.
A lo largo de su carrera Barón participó de diferentes trabajos que le llevaron a recorrer el mar desde la costa hasta el límite del talud y la Antártida, siempre con el objetivo de entender mejor el funcionamiento de los ecosistemas marinos y en cómo se interrelacionan las distintas variables para permitir la vida.
Aunque la humanidad tiene un vínculo con el mar desde hace miles de años, se nutre de sus recursos, lo ha navegado y, en ocasiones, padecido, todavía encierra miles de interrogantes para la ciencia, que van desde el inventario de especies que habitan en la superficie de los océanos y todavía no han sido identificadas, hasta cuestiones vinculadas a la interrelación del mar con la atmósfera.
Para el investigador, quien además dirige el Centro para Estudios de Sistemas Marinos (CESIMAR), la posibilidad de compartir los saberes que se producen desde diferentes ámbitos permiten la participación de cada vez más actores en la toma de decisiones.
“Mientras mayor sea la conciencia que exista sobre la riqueza y relevancia de determinados recursos, será mayor el interés comunitario por conservarlo”, agrega.
Este camino transitado en la investigación de estos ecosistemas, que llevaron a Barón a recorrer miles de kilómetros, está vinculado además a una atracción con el mar que se cimentó a lo largo del tiempo.
“Conocí el mar a los diez años y eso produjo en mí un impacto fabuloso.
Día a día voy tomando conciencia de la significancia que tuvo ese evento en el resto de mi vida.
Disfruto de sus paisajes, de los olores, sus colores.
De esa película que observaba en la niñez desde la costa”, rememora.
Por Alejandro Cannizzaro. CCT CENPAT.
CONICET
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